Historia de Castrojeriz
En lo alto del cerro desde los orígenes del tiempo
Un pueblo cuyo origen se pierde en los albores de la civilización, hogar de personajes ilustres y contexto para hechos que definieron lo que somos hoy
Los Orígenes
El Origen de Castrojeriz es incierto. Por diversos autores ha sido identificado como Sisaraca de los Murgobos, Ambisna, Segisama Julia o Castrum Caesaris, ciudades antiguas indígenas o ya romanas. Aparece documentada por primera vez en el Cronicón Albeldense, en él se la nombra como Castrum Sigerici, aunque en documentos posteriores evoluciona a Castro Xeriz, Castro Sorit, Castro Surit, y Castra Sorecia, del Códice Calíxtino, guía para peregrinos del siglo XII.
Lo que es seguro es que Castrojeriz tiene su origen en lo alto del cerro, sobre el que se asienta el castillo el cual recibe el apelativo de Castro. La cerámica aparecida en la superficie y excavaciones en lo alto del cerro, ponen de manifiesto que hubo un poblado en la edad del bronce, con una antigüedad de unos 1.500 años a.C.
Romanización
El castro se romanizó como emplazamiento militar, cuyo primer nombre se cree que fue Sisaraca, ciudad de los Murgobos. Sabemos sin embargo, que el emperador Augusto en su lucha contra los cántabros asentó sus tropas en este castro y se le dio el nombre de la ciudad romana de Segisama Julia, campamento apud Segisamam.
Siguiendo fuentes literarias, se distinguen dos ciudades de nombre parecido: Segisamone, Sasamón y Segisama Julia, Castrojeriz. Cuyo emplazamiento estaría en las proximidades de la colegiata, unida por dos calzadas al resto de las poblaciones importantes: la primera procedente de Clunia, entrando en Castrojeriz por el convento de las Clarisas. La segunda vía unía Segisama Julia con Segisamone a través del valle de Villajos.
La pacificación de España lograda por Augusto dio paso a una lenta pero positiva romanización, que contribuyó al asentamiento de las tribus, convirtiéndose en una sociedad dedicada a la agricultura y a la ganadería. Con la llegada de los pueblos germanos, el poder romano fue sustituido por el visigodo y posteriormente el árabe, ocupando esta parte de la meseta. Castrojeriz jugará un papel importante en los primeros intentos de reconquista y repoblación de los reyes asturianos.
Época medieval
Castilla estaba formada por condados con una acusada autonomía en cada uno de ellos. Castrojeriz era uno de los principales condados, junto con los de Amaya, Burgos, Cerezo de Río Tirón, Lara y Palencia. También era un foco importante de repoblación de las tierras al norte del Duero, ya que desde Castrojeriz salta con frecuencia su conde, Nuño Núñez, a repoblar los valles del Arlanzón y del Arlanza; llegando hasta el propio Duero donde en el año 912 restaura Roa. En estos momentos Castrojeriz dicta leyes a gran parte de las tierras, e interviene en la estructuración y formación de Castilla.
Rodrigo Laínez, hijo de Laín Calvo, uno de los jueces de Castilla, reedificó totalmente el castillo, aunque un cronicón de la época de Fernán González, dice que en su tiempo volvió a poder de los moros, volviéndola a recuperar Fernán González. En la batalla se derramó mucha sangre de uno y otro bando, algunos derivan la etimología de Castrojeriz, de la denominación Castro del Xaraiz, que en árabe quiere decir sangriento. El conde pobló, de nuevo, la villa y se la dio a Laín Bermúdez, hijo de Bermudo Laínez, de quien descienden los castro, una de las familias más importantes de Castilla.
La repoblación se había hecho lentamente. Además de los guerreros que protegían la tierra, muchos núcleo urbanos nacieron y crecieron a la sombra de los monasterios cuyos moradores eran a la vez monjes y soldados, que trabajaban la tierra y cuidaban del ganado, siendo uno de los pilares económicos de la repoblación.
Al repoblar Fernán González la villa, y para una mayor consolidación de su fortaleza ante el recrudecimiento de la guerra con Almanzor, recibe Castrojeriz en 974 el famoso Fuero de manos del conde soberano Garci Fernández, que no fue otra cosa que la «legalización» y reconocimiento general de los privilegios que tradicionalmente venía disfrutando. El texto primitivo fue concedido por Garci Fernández, el 8 de marzo del año 974. Es modelo para concesión de otros a localidades más importantes como Sepúlveda a Cuenca. En él se establece el grado de infanzonía o caballería villana, nobleza de segunda clase, según la cual se podía alcanzar al grado de caballero con el simple hecho de acudir a la guerra con un caballo.
Nos muestra el Fuero de Castro, cómo el estatus social de los infanzones podía estar abierto a los villanos, constituyendo, por tanto, una auténtica promoción social. Por ejemplo, los caballeros villanos de Castro podían atestiguar en juicio y su testimonio prevalecer frente a los otros; y el de los peones, guerreros a pie, sobre el de los caballeros no infanzones de fuera de Castrojeriz. No podían ser embargadas prendas a los habitantes de la villa y llevadas fuera de Castro. Si esto ocurría podían recuperarlas por la fuerza, uniéndose todos antes de ocho días.
Fue adicionado en el siglo XII con una serie de famosísimas hazañas que probaban, por un lado, cómo los privilegios obtenidos por los habitantes de Castro fueron celosamente guardados y, por otra parte, el estado de Castilla en los primeros siglos de la Reconquista en que dominaba la fuerza y la violencia. Más tarde este privilegio se hizo general en Castilla.
La Reconquista
En esta época el Castro adquirió una gran importancia. El poblado original fue abandonado tras la invasión árabe en el siglo VIII, de la que sólo se salvó el castillo. Vuelve al poder de los cristianos en el año 746 cuando Alfonso I el católico, rey de Asturias, destruyó los asentamientos árabes. A su vez el empuje musulmán persiguiendo los establecimientos cristianos hicieron que estas tierras quedaran semi desiertas durante más de un siglo.
Por mandato del rey Alfonso III de Asturias, Munio o Nuño Núñez comienza a reconstruir la fortaleza para asegurar su posesión, aunque tuvieron que abandonar por los continuos ataques árabes. En marzo del 882 Almondhir, hijo de Mohamed I, partió de Córdoba para dirigirse contra Zaragoza, después Tudela y finalmente Castilla, donde atacó Cellorigo y Pancorbo, fracasando en todos ellos.
Después se dirigió hacia Castrojeriz. Munio, hijo de Munio, desmanteló la fortaleza porque no podían defenderla. Logró su reconstrucción al año siguiente, en 883. Almondhir volvió a intentarlo un año después, pero el castillo se había consolidado en defensas y resistió el ataque.
Castrojeriz se convierte en ese momento en la capital más importante de la zona y en la residencia del conde gobernador, Munio o Nuño Núñez, que llegó a obtener el título de conde de Castilla. A partir de ese momento, el rey Alfonso III aprovecha su ventaja sobre los árabes, se dedica a reforzar las plazas y reconstruir numerosos castillos. Esto da lugar a un aumento de la población, por lo que en el 884 se funda Burgos por encargo de Alfonso III.
Personajes célebres
Munio o Nuño Nuñez, descendiente del conde con el mismo nombre que pobló Brañosera en la cabecera del Pisuerga. Inicia en el 850 el peregrinaje hacia estas tierras, cuya conquista será un grito de libertad para los cristianos recluidos en las montañas pobres e inhóspitas.
Su sepulcro se conserva en Sahagún de Campos, León, en el convento franciscano de La Peregrina. La posesión de la villa y el patronato de la colegiata, le sucedieron por privilegio real, los condes de Mendoza.
Entre las familias más destacadas del siglo XVI en Castrojeriz estaban los López-Gallo y Castro-Mújica. Ambas tenían capilla especial en la iglesia de San Juan. Los Gallo Crearon el patronato de la capilla del Dulce Nombre de Jesús en la iglesia de San Juan. Don Juan González Gallo, beneficiado en la misma iglesia, fue su primer patrono. Dirigió empresas comerciales en Flandes y llegó por méritos propios a ser virrey, residiendo en la ciudad de Brujas. Don Juan de Castro Mújica, regidor de Castrojeriz, casado con doña Inés de Frómista. Comerciante y persona influyente, con negocios muy florecientes en Flandes. Tenía su capilla especial y lugar de enterramiento en la capilla de santa Ana en la Colegiata.
D. Pedro I el Cruel. Este sepulcro, antes de la renovación del ábside de la Colegiata en el siglo XVIII, se encontraba en lugar preferente del altar mayor y al lado del evangelio. Hoy, muy mutilado por el traslado, se encuentra dentro del baptisterio de la Colegiata.